La violencia doméstica es una forma de violencia generalizada y específica de género. Dependiendo de la definición que se utilice, la violencia doméstica se manifiesta no solo en agresiones físicas, sino también en formas más sutiles de violencia. En la investigación sociológica y psicológica social se distingue entre violencia física, violencia sexual, violencia psicológica y violencia socialmente interactiva. Un estudio realizado en 2014 por la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea sobre la prevalencia de la violencia doméstica en los países de la Unión Europea llegó a la conclusión tras la encuesta a 42 000 mujeres que una de cada tres mujeres de la Unión Europea había sido víctima de violencia sexual o física desde los 15 años.
En Molodetschno, la ciudad hermanada con Esslingen, no existía un procedimiento normalizado ni estructuras de apoyo para ninguna de las personas implicadas en el proceso de violencia doméstica (mujeres, niños, hombres). No se recogían cifras. De ahí el deseo de la parte bielorrusa de conocer el proceso de intervención y las estructuras de apoyo de que dispone Esslingen. El proyecto no solo debía centrarse en la lucha contra la violencia doméstica, sino también en la prevención.
Ser testigo de la violencia doméstica, que suele dirigirse contra la madre, puede tener efectos graves y duraderos en el desarrollo de los niños. Puede provocar importantes deficiencias en su desarrollo físico, cognitivo, emocional y social. Por lo tanto, una protección mayor y más sistemática de los niños contra la violencia es un requisito central e indispensable para reducir la violencia en las relaciones de género a largo plazo y poner fin a la transmisión de la violencia de una generación a otra.